Si algo había aprendido Tom, es que no le puedes atribuir un significado cósmico a un simple evento terrenal. ¿Coincidencia? eso es lo que siempre es, nada más que una simple coincidencia. Tom por fin había aprendido que no existían los milagros, que no existía el destino, que nada estaba predestinado. Lo sabía. Ahora estaba seguro de ello.