domingo, 13 de julio de 2014


Hay hombres que dedican sus vidas a la justicia, que estudian y planean, que ocupan grandes cargos. Hay hombres que buscan poder e influencia, que se elevan a posiciones de gran autoridad  y toman decisiones trascendentales. Y hay hombres que dedican sus vidas a entrenarse para la guerra, cuyas habilidades son legendarias, que son los primeros en la batalla y los últimos en la retirada. Él no era ninguno de esos hombres. Era mejor. Su benevolencia no surgía de la culpa. Su posición no nacía del orgullo. Y su lucha no fue una búsqueda de gloria. Con su corazón firme, era sin esfuerzo lo que la mayoría de nosotros intentamos ser por pura fuerza de voluntad. Era un hombre sin malicia. Un hombre de deber y lealtad. Un hombre con la fuerza de la justicia y el amor. Pero sobre todo, era un amigo.

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